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El Mercurio, Sábado 27 de
noviembre de 2004
Tragedia ecológica en río Cruces, Valdivia:
Plan urgente por cisnes muertos
UZIEL GÓMEZ
Sólo en dos
semanas el Gobierno sabrá las causas de la catástrofe ambiental.
Los ministros del
consejo directivo de la Conama acordaron que antes de que termine el mandato del
Presidente Ricardo Lagos habrá normas operativas que evitarán la repetición de
tragedias ambientales como la muerte de cisnes de cuello negro en el Río Cruces, cerca de
Valdivia.
Se creará un instrumento administrativo que consistirá en señalar cuál será el
máximo de determinadas sustancias permitidas en el agua del afluente, para luego elaborar
una normativa especial que regule las actividades comerciales del entorno.
El compromiso de los ministros de Estado es que todo esté en pleno funcionamiento antes
de marzo de 2006.
Calidad ambiental
Paulina Saball, directora ejecutiva de la Conama, aseguró que las acciones anunciadas son
"muy importantes" para preservar el ecosistema de la zona de la Décima Región.
Eduardo Dockendorff, ministro Secretario General de la Presidencia, dijo que se acogió la
solicitud del intendente de la Décima Región, Patricio Villaespín.
La idea es "mejorar la calidad ambiental y prever situaciones de este tipo a futuro
que puedan afectar otras especies".
La medida se enmarca dentro de una política ambiental "más acuciosa" del
Gobierno, según Dockendorff.
Esta iniciativa se suma al amplio conjunto operativo que se lanzó esta semana entre el
Servicio Agrícola Ganadero (SAG), la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama), la
Universidad Austral y la Intendencia de la Décima Región, para monitorear todas las
áreas del santuario, cauces del río, fauna y flora.
El objetivo inmediato es "detectar" las razones que afectan la muerte de las
especies, para "mantener y mejorar la biodiversidad" de la zona protegida,
según explicó el ministro Secretario General de la Presidencia.
Informe del daño
Las conclusiones del estudio estarían en las próximas dos semanas, y sólo entonces se
podrá saber cómo se produjo esa tragedia.
Por ahora, el Gobierno "presume" la inocencia de posibles responsables
"hasta que no se demuestre lo contrario".
Pero Dockendorff expresó su "preocupación" ante quienes desarrollan
actividades industriales y turísticas en el sector, porque la fiscalización sólo tiene
éxito cuando existe "colaboración responsable" de parte de los empresarios
privados.
"Cada uno tiene que asumir su cuota de responsabilidad en preservar el medio
ambiente", dijo.
El ministro de Agricultura, Jaime Campos, dijo que no existen antecedentes de que el
consumo de agua por parte de animales o su uso para el regadío de cultivos pueda ser
nocivo, por lo que llamó a la tranquilidad. Valoró la creación de la norma, y anunció
que hay una "política de que todos los ríos de Chile" cumplan esa
disposición.
Taguas comparten su alimento
Los cisnes de cuello negro están agonizantes en el río Cruces, porque no tienen qué
comer. Hace dos meses había seis mil ejemplares, pero decenas murieron de hambre y la
mayoría emigró.
Los dos mil que quedan están muy débiles como para marcharse, porque casi no les queda
luchecillo, alga subacuática que constituye su principal alimento. Apenas pueden levantar
el vuelo para escapar cuando una embarcación se acerca, pues están muy débiles. Su peso
ha bajado de seis a tres kilos, y en algunos casos incluso a dos.
Estarían perdidos si no fuera porque encontraron un aliado que les provee comida en este
momento amargo: la tagua chica (Fulica leucoptera), un ave de color negro y patas
amarillas, parecida a un pato, que no mide más de 44 centímetros y es muy ágil.
El veterinario Daniel Boroschek, asiduo visitante del santuario, ha sido testigo de esta
maravillosa comunión entre ambas especies. "Las taguas tienen la capacidad de
bucear, a diferencia de los cisnes, que sólo pueden sumergir el cuello. Cuando detectan
sectores en los que queda luchecillo, van al fondo, lo cortan más largo que lo habitual,
suben a la superficie y lo comparten comiéndolo por los extremos".
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