Inicios

Los estudios del paisaje visual son escasos en Chile, pese a que en otras latitudes ya tienen más de 40 años de evolución. Aunque la Ley de Bases del Medio Ambiente lo exige es una disciplina muy poco desarrollada. El primer estudio lo realizamos en 1989 y lo publicamos en 1994. Posteriormente nos adjudicamos varios proyectos específicos para desarrollar una metodología para evaluar paisajes, y cuando la tuvimos la aplicamos en todos los estudios en donde se requería.

Proyectos específicos ejecutados sobre paisaje visual

(a) Estudio comparado de metodologías de análisis de impacto paisajístico, aplicación de ordenamiento territorial de Aysén (2008), Mideplan.
(b) Evaluación del impacto de las actividades silvoagropecuarias sobre el recurso paisaje en el sur de Chile, Dirección de Investigación, Universidad de Concepción (1995-1996).
(c) Variabilidad de los observadores en los estudios de paisaje (1997-1998), Dirección de Investigación Universidad Católica de Temuco.
(d) Impacto sobre el recurso paisaje en proyectos de regadío en el sur de Chile (1994-95), Dirección de Investigación Universidad Católica de Temuco.

Proyectos que contenían estudios de paisaje

Para el Ministerio de Bienes Nacionales, desarrollamos diez estudios que fueron parte de Guías de manejo para terrenos fiscales con alto valor en biodiversidad en las regiones de Atacama, de La Araucanía, de Los Ríos, de Los Lagos, de Aysén y de Magallanes (quebrada Los Leones, Villa Las Araucarias, Ranquil, Llancahue, cerro Illi, río Blanco, Cochamó, Candelario Mancilla y Cueva del Milodón) (2006-2015). También fue relevante el proyecto Análisis de la biodiversidad de la Región de Antofagasta (2007-2008) CONAMA/FNDR, que permitió aplicar y mejorar los métodos de estudio de paisaje en ambientes áridos y desérticos (géiseres del Tatio, volcán Licancabur, Toconao, Laguna Lejía, oasis de Calama y oasis de Quillagua).

Tesis de grado

Hemos desarrollamos cinco tesis de pre y posgrado, entre ellas: Medidas de mitigación para paisajes de plantaciones forestales en el espacio rural del sur de Chile (2006); Evaluación del paisaje con fines de turismo rural en los humedales del río Cruces (2004); Evaluación del paisaje con fines de turismo rural, en la comuna de Loncoche (2000); Evaluación del efecto de las actividades silvoagropecuarias sobre el recursos paisaje en el sur de Chile; que han incorporado este método de evaluación en planes de agroturismo, ecoturismo, planificación territorial y mitigación de impactos negativos sobre el paisaje.

Equipo de trabajo

Andrés Muñoz Pedreros (doctor en ciencias ambientales, académico de la Universidad Católica de Temuco e investigador del Centro de Estudios Agrarios y Ambientales), Juan Moncada Herrera (doctor en estadísticas, académico de la Universidad Católica de Temuco) y Alberto Larraín Prat (biólogo e ingeniero ambiental, doctor en ciencias, académico de la Universidad de Concepción), así como los tesistas Angélica Badilla, Gonzalo Rebolledo, Laura Gómez y Andrea Vega (Universidad Austral de Chile y Universidad Católica de Temuco); del Centro de Estudios Agrarios y Ambientales (CEA) participaron en los proyectos mencionados Andrés Muñoz Pedreros, Carolina González Olave y Marilyn González Urrutia.

Definición

El paisaje puede identificarse como el conjunto de interrelaciones derivadas de la interacción entre geomorfología, clima, vegetación, fauna, agua y modificaciones antrópicas. El paisaje, como un complejo de interrelaciones, tiene diferentes formas de percepción (e.g., auditiva, visual, olfativa). Paisaje visual o percibido considera la estética y la capacidad de percepción sensorial del paisaje por un observador. El énfasis se pone en el efecto de un paisaje determinado sobre el observador, y, aunque intervienen los cinco sentidos, el visual es el más relevante. Entonces el paisaje es una realidad física experimentable según la capacidad de percepción del observador, así como de su acervo cultural.

El Convenio Europeo del Paisaje lo define como cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos. Un significado más simple y más intuitivo es: lo que se ve, es decir, una porción de la superficie terrestre que el ojo abarca en un golpe de vista.

Paisaje visual en la costa de Valdivia

Tipos de Paisaje

Existen paisajes naturales y culturales, sin embargo la naturalidad o el nivel de naturalidad puede ser discutible en un territorio caracterizado por una gradiente extensa que va desde lo urbano a los paisajes prístinos. La valoración de la percepción visual puede variar en los términos usados, así puede ser llamado calidad visual (visual quality) en las ciudades y belleza del paisaje (scenery beauty) en las zonas rurales.

  • a. Paisajes naturales

La naturalidad de un paisaje se puede definir como el grado de ocupación en un territorio de las unidades de paisaje clasificadas como naturales (sin intervención humana), por unidades de paisaje con modificación antrópica. Los paisajes naturales tienen muy poca construcción humana, y si la tienen es dispersa y no los monopoliza. Estos paisajes naturales se pueden subdividir en:

- Paisajes naturales no intervenidos que incluyen aquellos con ninguna y muy poca intervención humana, como los paisajes prístinos de desierto, matorrales altiplánicos, estepas de la puna, matorral mediterráneo, bosques templados y australes, ríos y lagos, glaciares.

Humedal altoandino en Putana región de Antofagasta

- Paisajes naturales intervenidos, son aquellos que teniendo una matriz natural presentan fragmentos del paisaje que han sido o son sometidos a actividades económicas como los valles agrícolas, o presentan elementos de transporte y comunicación como caminos, carreteras, puentes, tendidos eléctricos o antenas.

Agroecosistema en Dalcahue
  • b. Paisajes culturales

Los pasajes culturales, son paisajes naturales, donde las relaciones entre los elementos del medio natural son cambiados por la actividad del ser humano y se pueden subdividir en:

- Paisajes culturales rurales, son aquellos en que la matriz original de naturalidad ya ha sido reemplazada mayoritariamente por la actividad humana silvoagropecuaria o minera o de infraestructura vial o energética, como los cultivos intensivos de la zona norte, los cultivos de la zona central, la actividad silvoagropecuaria de la zona central y sur.

Viñedos en Yumbel

- Paisajes culturales urbanos, estos son paisajes prácticamente sin naturalidad, artificiales o construidos y que incluyen los emplazamientos industriales o de servicios.

Valdivia

Preferencias por paisajes

Diversos autores proponen que las preferencias por ciertos paisajes tendrían una explicación evolutiva al asociar las inclinaciones estéticas con ciertas características del ambiente que aumentarían la capacidad de supervivencia del individuo. Esto es apoyado por quienes defienden la idea de universalidad de las preferencias estéticas, es decir, que los seres humanos, en general, prefieren ciertos paisajes. Otros lo contradicen porque consideran determinantes los aspectos culturales e idiosincráticos a la hora de apreciar paisajes. Pareciera que una posición intermedia es, por ahora, la más atractiva. Es decir, existiría una preferencia general del ser humano por ciertos paisajes, reconociendo un sustrato darwiniano asociado a la supervivencia, pero estas “preferencias innatas” estarían influenciadas culturalmente.

Las percepciones difieren entre los países, lo que refleja los distintos contextos culturales, sin embargo prevalecen preferencia por paisajes que contienen ciertos componentes, como cubierta vegetal, espejos de agua, formas irregulares, poco artificializados, entre otros.

Aun cuando existe unanimidad respecto de la preferencia por ciertos componentes de un paisaje (e.g., vegetación, agua, formas irregulares), ciertas características más específicas de los paisajes pueden variar con la edad y el sexo. Por ejemplo los paisajes ajardinados, controlados y suaves son preferidos por niños y personas mayores (e.g., > 40 años), en cambio paisajes percibidos como peligrosos, agresivos, salvajes e intimidantes (e.g., cataratas, junglas, ríos con rápidos) son preferidos por jóvenes (e.g., > 15 y < 30).

Paisaje ajardinado en el jardín botánico de la Universidad Austral de Chile en Valdivia. Paisaje susceptible de ser percibido como peligroso en los saltos del Petrohué en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales.

Paisajes con agua o hidrofilia. El agua es siempre un elemento estructurante que determina no solo los paisajes, sino que también las prácticas sociales. No es extraño entonces que los paisajes que incluyen agua sean preferidos asignándoseles una valoración alta lo que puede explicarse por el consenso generalizado que existe por preferir paisajes con masas de vegetación verde, bien desarrollada (especialmente arbórea) y espejos de agua (especialmente limpia y en movimiento).

Río Pilpilco en la Región del Biobío

Paisajes forestados o fitofilia. Los paisajes forestados ocupan un lugar central en la estética de los paisajes, tanto como un tema de discusión teórica y como tema preferido para el trabajo empírico. En un estudio en los seis biomas terrestres principales (desierto, tundra, pradera, bosque de coníferas, bosque caducifolio y bosque tropical), se estableció que los de mayor valoración fueron los bosques de coníferas y las tundras y los de menor valoración las praderas y desiertos. La alta valoración de los paisajes naturales que contienen bosque puede explicarse porque son paisajes arquetípicos, que evocan nociones de tiempo profundo, antiguo; reliquias psicológicas de nuestro pasado evolutivo, ya que estas preferencias se pueden explicar porque las fases críticas de la evolución humana tuvieron lugar en los bosques en lugar de ambientes de pastizal, pradera o sabana.

Bosques de la selva valdiviana en La Picada en el volcán Osorno

Importancia del paisaje

Nunca en la historia de la humanidad se había valorado tanto el paisaje como en la actualidad, esto no solo porque se ha convertido en un bien valioso y escaso, por tanto demandable, sino que además por los siguientes factores:

  • (a) El incremento de la conciencia ambiental que nos hace capaces de percibir y rechazar la degradación ambiental reflejada en un paisaje alterado.

  • (b) El enorme crecimiento de las ciudades y su feroz capacidad transformadora del paisaje de sus periferias y alrededores. El límite de lo urbano y lo rural es una gradiente extensa y poco valorada, con paisajes de valoración baja (parques industriales, poblaciones marginales, basurales, cementerios de autos), que transmiten una desagradable sensación de confusión, de insensibilidad, y de desconcierto.

  • (c) Un incremento posmoderno de la sensibilidad estética y emocional, especialmente en clases sociales acomodadas, élites intelectuales que tienen el poder de influir en los medios de comunicación.

  • (d) La aceptación, lenta pero consistente, que los paisajes forman, consolidan o disuelven identidades territoriales.

La relación del ser humano con el paisaje

Las personas se vinculan con el paisaje de manera profunda, característica que es universal y ancestral, por tanto los paisajes tienen un rol principal en la creación de identidades territoriales. Un paisaje está marcado por las experiencias y aspiraciones de sus habitantes, son paisajes con significados. De hecho podemos entender el paisaje no solo en su dimensión física, sino que también como un sistema de signos y de símbolos, de modo que no solo refleja la cultura, sino que es parte de su constitución y es expresión de una ideología.

Demanda del paisaje

La sociedad contemporánea está valorando nuevos recursos como el espacio abierto, los paisajes hermosos, la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, etc., los que se han transformado en recursos económicos que, en la medida que se van haciendo escasos, son cada vez más demandables aunque sea difícil atribuirles valor monetario. El paisaje se considera actualmente como recurso, en el sentido socioeconómico del término, porque cumple la doble condición de utilidad y escasez. Utilidad para la población y escasez para que resulte realmente un bien económico.

Río Futaleufú en la región de Aysén

Ante esta demanda generalizada, creciente y cualificada, paralelamente se evidencia que la oferta de paisaje es cualitativamente decreciente y, en consecuencia, el paisaje de alta calidad adquiere el carácter de recurso crecientemente escaso. El paisaje, entonces, es un recurso fácilmente depreciable y difícilmente renovable, por lo que merece especial consideración al momento de evaluar los impactos ambientales negativos que un proyecto determinado tiene sobre este. La demanda social por paisajes naturales o rurales armoniosos es creciente y casi angustiosa cuanto más “desarrollado”, en el sentido neoliberal, está un país.

Paisaje Arquetípico

Los arquetipos son formas o imágenes colectivas de los humanos que surgen como elementos constitutivos de los mitos y como productos autóctonos e individuales de origen inconsciente. Son patrones de formación de símbolos que se repiten a lo largo de la historia y las culturas y mediante ellos buscan expresión las energías psíquicas. Los arquetipos representan el pasado, lo que se ha heredado, la historia en el marco de lo colectivo. En este contexto el paisaje es un concepto con una dimensión comunicativa notable y los ciudadanos se sienten parte de un paisaje, consciente o inconscientemente, con el que establecen una gran comunicación. Este sentimiento es ancestral y universal y, si bien la globalización está afectando mucho lo local, se sigue actuando como una cultura territorializada. Ello es parte de la identidad territorial, porque el paisaje desempeña un papel relevante en el proceso de formación, consolidación y mantenimiento de esas identidades territoriales. La contemplación del paisaje real contemporáneo está marcada por un paisaje arquetípico transmitido de generación en generación por diversas vías (transmisión oral, pinturas, dibujos, fotografías, medios de comunicación).

En Chile existe una gran diversidad de paisajes, modelados por sus muy diversos climas, la geodiversidad, la diversidad de ecosistemas que existen y el continuo proceso de artificialización humana. Esto ha generado paisajes que han sido el escenario de los diferentes asentamientos humanos y que pueden ser considerados paisajes arquetípicos, por ejemplo, los pueblos altoandinos y sus entornos agrícolas; los valles con poblaciones dispersas de la región de Coquimbo; el paisaje rural plano, con montañas de fondo y cruzados de alamedas de la zona central; las formaciones de parque de Temuco a Puerto Montt en la depresión intermedia, los paisajes lacustres con volcanes y cordilleras nevadas de la zona sur; los lomajes con cultivos y bosquetes nativos de Chiloé, los bosques nativos cruzados por ríos caudalosos de Aysén y las estepas patagónicas con piños de ovejas y casas de estancias dispersas en Magallanes. Esto es en un macronivel, pero los paisajes más anclados en nuestro subconsciente están a un micronivel, a nivel predial, con el que los grupos humanos interactuaron por largos años e incluso quedaron en nuestro subconsciente como parte de la impronta de los recuerdos infantiles. La pérdida de este tipo de paisajes crea un abismo entre el paisaje arquetípico y el paisaje real cada vez más homogéneo y banal, sobre todo en las periferias urbanas y en las áreas turísticas.

Terrazas agrícolas en el altiplano en Socaire en el norte de Chile Agroecosistema con ribera en borde de lago y con volcanes de fondo en Frutillar

En Chile vemos a diario este choque entre las ideas arquetípicas del paisaje de Chile central (praderas y cultivos, cruzados de alamedas) con construcciones de la industria frutícola; o las campiñas salpicadas de bosquetes nativos del sur, con extensas plantaciones de pinos y eucaliptos; o un cerro con casas multicolores y palafitos en Chiloé con la irrupción de un megacentro comercial. La estandarización y homogeneización de los paisajes tiene serias repercusiones en la pérdida de la identificación de las comunidades locales con los paisajes destruidos o alterados.

Método de Estudio

El método que proponemos y hemos usado se puede clasificar y definir como: mixto con valoración directa de subjetividad representativa y análisis posterior indirecto con análisis de componentes. Este método mejora el problema de la falta de representatividad, ya no reservando la evaluación a unos pocos “expertos”, sino que a grupos de personas cuya opinión global sea socialmente representativa y valorando con encuestas a base de listas de adjetivos, con una expresión numérica, que facilita su procesamiento e interpretación. En el análisis de características visuales básicas y componentes se cuenta con la participación de paneles de expertos, con lo que se pretende obtener un equilibrio entre la opinión del público y los “expertos”. De este modo, la técnica de valoración del paisaje aquí seleccionada está inserta en el paradigma de preferencias, que parte aceptando que el valor de un paisaje es función del número de individuos que le prefieren y en el modelo psicofísico, en el que se buscan correlaciones estadísticas entre las características físicas del paisaje y las evaluaciones hechas por los observadores.

Partes del Método

  1. Inventario del paisaje. Se registran los paisajes presentes en un territorio, en lo que constituye un catastro de estos, luego se tipifican, se clasifican y reúnen en unidades homogéneas de paisajes, las que asociadas a la frecuencia de cada una, constituyen el inventario del paisaje.
  2. Evaluación del paisaje. Se realiza evaluando los paisajes directamente (no sus componentes), siendo las unidades de paisajes valoradas por un panel representativo de evaluadores mediante un instrumento que permite obtener valores valores nominales y numéricos. Estos valores se pueden presentar en tablas, gráficos o con expresión territorial en cartas o mapas construidos en Sistemas de Información Geográficos. En esta parte se combina la calidad de paisaje con la fragilidad para general las categorías de uso de cada tipo de paisaje.
  3. Análisis de la valoración de los paisajes. Se realiza mediante técnicas estadísticas que relacionan la calidad del paisaje obtenida en la evaluación con las características visuales básicas de los paisajes (línea, color, textura, relieve, configuración espacial) y sus componentes (primarios y secundarios). Esta parte ayuda a explicar la valoración de las unidades de paisaje y la acumulación de información territorial y podría tener un valor predictivo en análisis de grandes extensiones del espacio rural. Más detalles véase aquí

Aplicaciones

El paisaje en la gestión ambiental

El estudio del paisaje debe ser incluido en todo proyecto de desarrollo, tanto para determinar su calidad frente al ejercicio de ciertas actividades como también para adoptar medidas orientadas a la preservación y protección del espacio natural. En Chile, la evaluación de los impactos ambientales de un proyecto está considerada en la Ley de Bases del Medio Ambiente, instruyéndose a quienes elaboren Estudios de Impacto Ambiental que consideren las áreas de singularidad paisajística (sic) en dichos estudios. El estudio del paisaje debe ser considerado en la planificación del territorio, porque este forma parte de los recursos naturales del medio, y como tal es de carácter limitado y está expuesto a deterioro. Que el paisaje no tenga valor de mercado no es impedimento para su no inclusión. La importancia del paisaje para una localidad es tal que los organismos, públicos y privados, deberían poner en marcha acciones que permitan controlar el impacto ambiental que ciertos planes o proyectos ocasionan sobre el paisaje, especialmente cuando se trata de tomar decisiones frente a propuestas de instalaciones industriales o facilidades públicas (e.g., caminos, alcantarillados). En los estudios de impacto ambiental se busca precisar los impactos (positivos y negativos) que se generarán por la implementación de un proyecto determinado. Más detalles véase aquí

Carta de capacidad de uso del paisaje en la comuna de Lanco, sur de Chile, considerando la calidad y fragilidad (tomado de Muñoz-Pedreros 2004)

El paisaje en programas de turismo y ecoturismo

Existe una creciente demanda por espacios naturales o seminaturales, con atractivos paisajísticos o cualidades ecológicas sobresalientes para la recreación. Esto va asociado con una búsqueda creciente de alternativas de desarrollo para aquellos territorios donde generalmente existe un precario aporte de las actividades económicas tradicionales. En función de esto, el turismo, como un sector productivo no extractivo y en creciente desarrollo, se presenta como una actividad económica próspera y viable. Sin embargo, se busca también diversificar la propuesta turística promoviendo un turismo alternativo al modelo tradicional poco planificado (e.g., ecoturismo). Este se ha caracterizado, en muchos casos, por afectar negativamente al espacio en el que se producto de una deficiente planificación y una carencia de la aplicación de métodos multidisciplinarios para conservar y manejar los recursos naturales involucrados en el ecoturismo: la vida silvestre, el paisaje visual y la geodiversidad. Más detalles véase aquí

Carta de calidad de uso ecoturístico en humedales del río Cruces, región de Los Ríos (Tomado de Gómez-Cea & Muñoz-Pedreros 2004).

Amenazas

Conflicto paisajístico en áreas rurales

Cuando la actividad humana impacta negativamente a los paisajes, los sustituye por otros de baja calidad o directamente los destruye, estamos en presencia de un conflicto paisajístico. En la actualidad la relación del paisaje y el desarrollo económico es el fundamento de un debate, acerca de cómo la sociedad debe armonizar la preservación del paisaje y al mismo tiempo cómo debe utilizarlo.

Esto ha implicado un creciente y rápido deterioro de la calidad paisajística con pérdidas en diferentes planos:

  • (a) pérdida de paisajes de valor estético alto (e.g., bosques nativos, humedales continentales, litoral marino)
  • (b) pérdida de riqueza paisajística sustituyendo paisajes variados por extensos paisajes monocromos y monoestratificados (e.g., plantaciones forestales, cultivos agrícolas extensos)
  • (c) pérdida de naturalidad al sustituir ya todo rastro de cubierta vegetal nativa por plantaciones silvoagropecuarias, especialmente en la zona centro y sur de Chile
  • (d) pérdida de paisajes arquetípicos, con un despojo de la identidad local, evidente y extrema, por ejemplo, en la región del Biobío, lo que ha llevado a una literal expulsión de los habitantes rurales y los poquísimos que quedan están sumergidos en un paisaje plano y sin valor sensorial e interpretativo dado por las plantaciones de pinos y eucaliptos.

La actividad silvícola con monocultivo de especies exóticas en grandes extensiones ha tenido un notorio impacto negativo sobre el paisaje. Si bien es cierto que la actividad silvícola es de relevancia en la economía nacional, es por otra parte una de las actividades económicas que más ha alterado el paisaje en los últimos 80 años. Si consideramos que el turismo también genera ingresos importantes a la economía nacional y regional, una pérdida del paisaje bajo este contexto podría a su vez producir mermas considerables al ingreso nacional. Chile es un país de gran belleza y paisajes naturales de alta calidad, siendo esta la base fundamental para la industria del turismo y de las actividades recreativas que han ido cobrando mayor relevancia con el tiempo. Podemos hablar entonces de un binomio paisaje-turismo, puesto que la interacción entre ambos es evidente. La implantación de la actividad turística está en gran parte basada en la atracción que ejerce un determinado paisaje, que se convertirá en un bien de consumo gracias a dicha actividad turística.

Disminución de la calidad paisajística por plantaciones de pino insigne en la comuna de Hualqui, en la región del Biobío.

Publicaciones

  • Muñoz-Pedreros A. El Paisaje Fundamentos para su valoración, evaluación y gestión (2017) ISBN 978-956-7279-12-8. Felis Editorial/CEA Ediciones. 211 pp. Ver demo

  • Muñoz-Pedreros A. The visual landscape: an important resource and poorly preserved (2017) Ambiente e Sociedade 20(1): 163-180. Ver versión en español aquí

  • Muñoz Pedreros A, J Moncada-Herrera & L Gómez-Cea (2012) Evaluación del paisaje en humedales del río Cruces, sitio Ramsar de Chile. Revista Chilena de Historia Natural 85: 73-88.

  • González C (2007) Bibliografía de paisaje visual. Gestión Ambiental 13: 83-89.

  • Muñoz-Pedreros A (2004) Evaluación de Paisaje: una herramienta de gestión ambiental. Revista Chilena de Historia Natural. 75: 139-156.

  • Gómez-Cea L & A Muñoz-Pedreros (2004) Propuesta de uso eco turístico para los humedales del río Cruces y terrenos adyacentes. (Sitio Ramsar de Chile). Gestión Ambiental 10:43-60.

  • Muñoz-Pedreros A & A Larraín (2002). Impacto de la actividad silvoagropecuaria sobre la calidad del paisaje en un transecto del sur de Chile. Revista Chilena de Historia Natural 75: 673-689.

  • Muñoz-Pedreros A, J Moncada & A Larraín (2000). Variabilidad de la percepción del recurso paisaje en el sur de Chile. Revista Chilena de Historia Natural 73: 681-690.

  • Muñoz-Pedreros A, A Badilla & H Rivas (1993) Evaluación del paisaje en un humedal del sur de Chile: el caso del río Valdivia (X Región). Revista Chilena de Historia Natural 66 (4): 403-417.